Debería haber aprovechado el momento de inspiración extrema que tuve ayer antes de irme a dormir, debería haber cogido el ordenador y escribir todo eso que pasaba por mi cabeza. En realidad todo empezó el jueves con la charla de bienvenida que nos dio nuestro encantador director Morten Kjaerum a los becarios.
Porque de pronto era como Berlín. Un lugar en el que mis teorías sobre la bondad humana se cumplen y donde yo puedo ser feliz en mi pequenho mundo perfecto. Morten nos habló de los prejuicios, de cómo sin darnos cuenta somos capaces de ver solo un rasgo de una persona y no el resto, "es negro" (pero no vemos que tiene dos hijos y un gato y que le gustan los caramelos de limón), y de cómo tenemos que intentar entre todos acabar con eso.
El momento de inspiración de ayer antes de acostarme fue culpa de D.H. Lawrence -no, aún no he acabado el libro -, y de las reflexiones de sus personajes sobre la vida en general y el amor en particular. Y yo lo uní no sé bien cómo a mis propias teorías y a las palabras del senhor director, y me vi en un pequenho estado cafeínico que maté cerrando los ojos y durmiendo (si aprovechase mis momentos cafeínicos para crear, ya sería un genio reconocido, jiji).
Y esta tarde otra vez. Curso de alemán, primer día. Y de pronto es un curso de idiomas distinto, porque no es intensivo por las manhanas, ni en la universidad. Los alumnos ya no son estudiantes, y eso cambia hasta el lugar de procedencia. No hay espanholes con becas, ni franceses, ni ingleses. Una portuguesa, un australiano y yo representamos el mundo "occidental" (si me lee mi director, me echa). El resto es el este del este. Ni siquiera checos. Un polaco y una eslovaca. Pero una ucraniana, dos serbias y una bosnia, una rumana. Y luego los habituales coreanos y japoneses. Las edades y ocupaciones también cambian. Rumanía y Polonia son científicos. Serbia y Corea pianistas. Venezuela era médico, pero está jubilada.
Y no sabes las ganas que tengo de preguntarles qué hacen aquí. De que me cuenten su guerra. Y que me digan que sí, que a ellos también les va mejor y que confían en mi pequenha utopía. Y en vez de ver solo un rasgo, conseguiremos enfocarlos todos.
6.10.08
Los prejuicios y la cafeína
11:29 p. m.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 tortugas:
Tía,
el mensaje está bien, pero el tono es tope ñoño
debe ser lo que provoca ver creer en la bondad de la gente (aunque no se si compensa ;p)
No sabes cuánto me apetece que empieces a contarme (contarnos, vale) cosas sobre ellos.
Y sobre el trabajo, aunque sea top secret! deberíamos cambiarnos los nicks :P
Claro que compensa, idiota. Y tú también crees, no vayas ahora de dura.
Jaja, sí, Emma, debería escribir en otro idioma y borrar todas las referencias a mi nombre de este blog para que nadie sea capaz de llegar hasta mí. Pero qué sé yo, el ansia de fama siempre me puede xD.
He conocido a un coreano del Sur que quiere que su país se reconcilie con la patria homónima del Norte. Y lo desea con un fervor nunca conocido: las chicas de Corea del Norte son de lejos (y de cerca) mucho más guapas que las del Sur.
Su única esperanza y deseo para la reunificación del país es tener una novia del Corea del Norte. El amor/sexo lo puede todo, ¿no?
Jaja, vaya. Igual habia que dejarse de politiqueo y decir claramente en todos los medios que las coreanas del norte son mas guapas, lo que provocaria una especie de revolucion en el sur que haria que los coreanos surenhos se mudaran (invadieran) al norte o que pidieran ya la reunificacion. A las coreanas del norte les llegaria el rumor y tambien iniciarian una revolucion, y todo se arreglaria facilmente.
Publicar un comentario