Es esa necesidad estúpida de cambiar y de moverme. Y siempre me había considerado una persona tranquila y casera, de costumbres fijas y todas esas cosas aburridas. Con mi pequeño espacio, mis cuatro paredes forradas con libros, discos y pósters para protegerme. Y no sé en qué momento empecé a arañar la mesa, en qué momento tuve que salir y cambiar por primera vez, pero ahora parece que no puedo estar demasiado tiempo en el mismo sitio. A nivel físico busco casas en distintas ciudades y países, pensé en Praga, pensé en Santiago, pienso en Barcelona. Y aunque a esta última no he llegado aún, pienso ya en Alemania y en Suecia. O Noruega. O Finlandia. Y Londres también. Intento no salir de Europa porque sólo el pensar en todos esos lugares me marea.
A nivel virtual, mientras tanto, viajo de Livejournal a Blogger y viceversa y viceversa una vez más. Porque parece que al cambiar damos un impulso a algo.
No es que busque no ser de ningún lugar. Me gustaría ser de todos.
21.4.06
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1 tortugas:
Fíjate!!! Soy la primera que te deja un comentario. es como ser la cliente un millón!!!
Los cambios reflejan una gran seguridad en uno/a mismo. Lo sé porque lo leí en algún lugar en el que hablaban de la gente que se cambia mucho el color del pelo.
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