
Nunca nevó tanto como el invierno que decidimos cambiar de país. Un otoño entero temblando de energía cinética que nos impulsaba a huir lejos y un avión repentino que nos despertó en un aeropuerto blanco. Se te cortaron los labios con el primer crujido de una bota sobre el hielo, y dijimos adiós con un pañuelo a todos los meses vacíos.
2 tortugas:
q poético!
Gracias anita por ser la primera!
Ui, qué nervios
y cómo ha cambiado blogger!
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